¿Cuestiones de mercado?

¿Cuestiones de mercado?
Por: Darío Valle Risoto

 
Que la vida económica y por ende social de la humanidad esté signada por la teoría de que el mercado se regula a si mismo por medio de la oferta y la demanda, ni los capitalistas más entupidos se la creen, sin embargo más o menos todo el planeta salvo escasas excepciones funciona bajo esta consigna que de forma manifiesta se basa en un sentido predatorio de todo aquello que el hombre con sentido común debería defender.
 
Vamos a intentar explicarnos: toda relación de trabajo que busca una ganancia está basada en la explotación de los recursos y del hombre mismo. El hecho de conseguir un empleo remunerado significa resignar nuestra fuerza de trabajo a cambio de una cierta suma de dinero para así poder seguir subsistiendo en medio de una serie de relaciones de intercambio basadas en esto mismo, es decir: La explotación.
 
Un capitalista nos dirá que el nos provee de un empleo, ropa de trabajo, más o menos un ambiente laboral digno y a cambio de que produzcamos algún elemento o llevemos a cabo ciertos servicios se nos pagará un dinero.  Para el capitalista todo aquello que capitaliza su empresa está ofrecido para que nosotros trabajemos y elevemos sus ganancias lo más alto posible y siempre ganando el mismo sueldo, a lo mejor se nos puede premiar con parte de las ganancia y en un mundo un poquitito más justo hasta con participación accionaria en la empresa, más siempre seremos empleados al servicio de este sistema.
 
En una historia hollywoodense ideal el tipo comienza como cadete y luego de romperse el culo digamos unos veinte años puede ser que llegue a director de departamento, jefe de personal o algún otro cargo pletórico de responsabilidades para seguir enriqueciendo a “la empresa”. Claro que este tipo de historias ideales no nos cuentan como este alcahuete debió pisotear cabezas, dejar su vida de lado y manipular a sus compañeros para subir en la escala social hasta lo que muchos llamarían: “El éxito”.
 
La ambición necesaria de logar determinado confort en nuestras vidas prontamente es apabullada por una masa enorme de necesidades artificiales y aquel tipo que trabajó incansablemente por comprarse su primer autito, luego compra otro y otro, una casa, dos casas, vacaciones en el exterior, zapatos para la esposa, collar para la amante y así va dejando de ser un ser humano para ser una especie de engranaje superior de la gran maquinaria del capitalismo.
 
Buen creyente va a la iglesia y mantiene un status quo conservador o a lo mejor es un izquierdista vegetariano y defensor de las ballenas más nunca se sentará a pensar en que es uno de los más grandes defensores de la enorme estafa bancaria y capitalista que se eleva sobre miles de injusticias. Hará quizás caridad los domingos, donará la ropa vieja, hasta puede adoptar un niño africano y rezar todas las noches pero nunca será menos hijo de puta.
 
La cultura capitalista nos ha invadido a todos hasta a los anarquistas y conozco algunos que te venden una guitarra usada más cara que aquella que van a comprar luego y sin que se les mueva un pelo, también se que no es posible vivir dentro de una sociedad de consumo dejando de lado absolutamente la propiedad pero por favor, es más fácil pensar en que las cosas son solo cosas y la gente es lo más importante. Eso para el gran capitalista es como citar al diablo porque la gente pasa y las empresas quedan.
 
Un país que suplica inversiones es como esos empleados que se arrastran subiendo la escalera del porvenir pisoteando ciertos ideales que deberían ser respetados. Producir bienes y servicios para seguir engrosando las arcas internacionales nunca ha terminado bien, a lo sumo y al principio hay una época de cierto porvenir pero después todo se va al carajo porque de corruptos se forma el capital y se mueve este mundo de mercados libres. ¿Libres?