El adiós a Ricardo Iorio líder del metal argentino.
Por: Darío Valle Risoto
El martes apenas llegué al trabajo mi patrón me da la noticia de que había fallecido de un paro cardíaco, esta me tomó por sorpresa pero no me sorprendió demasiado porque hace tiempo que veo en diferentes medios que Ricardo Iorio aparece desmejorado y muy avejentado en comparación con un servidor; resulta que tenemos la misma edad con solo la diferencia de cuatro meses antes en que nació él, por lo tanto al día siguiente el 25 de octubre fue mi cumpleaños. Lo pasamos con mi amiga Marcela que estaba y sigue estando inmensamente triste por la partida de nuestro referente musical de tantos años al punto de que ambos tenemos tatuado el logo de Almafuerte en un brazo.
Recuerdo siempre que alguien me preguntó una vez si me gustaría haber conocido personalmente a Iorio y le respondí que seguramente terminaríamos a las piñas porque ideológicamente estábamos en las antípodas, todos conocen su pensamiento y yo soy anarquista y por lo tanto ateo y profundamente anti militarista entre otras cosas. Con todo esto creo que Ricardo se había trabajado un personaje que le reportó tanto amigos inseparables como antagonistas totales y estoy convencido de que él fue su propio principal enemigo a la hora de ponerse a declarar en varias entrevistas con un pensamiento que alborotaba el avispero y levantaba voces airadas. Así era él en la superficie pero quienes lo conocieron profundamente cuentan que era un tipo gran amigo de los amigos y muy solidario.
¿Pero quién le quita lo bailado? De vender ajos y papas por la calle pasó a liderar tres de las cuatro bandas más influyentes del hard rock y metal argentino: V8, Hermética y Almafuerte (con la excepción de Riff), él fue el principal artífice de reinventar el panorama del metal pesado argentino incorporando ritmos autóctonos como el folklore y el tango en un estilo musical caracterizado antes por su hermetismo. Dejó unos dieciocho discos de estudio y varias actuaciones en vivo generando una gran cantidad de fanáticos y todo esto sin la necesidad de caer en las redes comerciales y negándose profundamente a salir fuera de fronteras con la excepción del Uruguay que somos como decir otra provincia argentina.
A todo esto con innumerables letras fabulosas como: Por las calles de Liniers, Gil Trabajador, Memoria de Siglos, tu eres su seguridad, etc. también encontraremos frases que delatan su profundo amor por la figura de Domingo Perón y su oposición a un pensamiento de izquierda, pero por otro lado se manifiesta a favor del nativo americano y hay canciones que delatan las injusticias sociales como: El pibe tigre y tantas otras, así que si recorremos su amplísimo repertorio será difícil separar la obra del autor aunque sea necesario a la hora de valorar los trabajos artísticos por fuera de sus creadores por la sencilla razón de que generalmente las obras los sobreviven eternamente y son el único pasaje a la inmortalidad de estos genios.
Autodefinido como un “perro cristiano” Iorio estoy convencido que era el perfecto producto de una sociedad argentina profundamente influenciada tanto por la institución militar como por la católica y aunque del sesgo espiritista Iorio creía en dios y era un férreo defensor de la figura de Perón un personaje que fraguó a la Argentina para bien y para mal con su impronta de militar pero con un sesgo populista. Defensor de las tradiciones Iorio vivía de alguna manera añorando un pasado idealizado de gestas independentistas y luchas contra malones traicioneros en fortines y emplazamientos militares de la argentina profunda, argentina que recorrió de arriba abajo llevando metal pesado a pueblos y villas olvidados.
En definitiva cuatro meses mayor que un servidor Iorio logró el sueño de tener su banda propia, cosa que a mí no se me dio, al menos por mucho tiempo y dejó un importantísimo aporte cultural que con los años estoy convencido será revalorado y aceptado como un revolucionario cambio musical en un país donde se le suele llamar rock a productos de la cultura Pop y denominar “rockeros” a pescados como Fito Páez o Cerati, ni hablar de Vicentico.
El Miércoles 25 festejamos mi cumpleaños 61 con mi amiga Marcela y mis gatos, fue un cumpleaños extraño porque la ausencia de Iorio era muy nuevita, triste pero a la vez nos dejó la satisfacción de que en nosotros dos tuvo y tiene a grandes admiradores de su obra por sobre sus deslices al ser entrevistado con sus alardes de loco lindo.