Izquierdas sudamericanas: ¿Un fracasó exitoso?
Por: Darío Valle Risoto
Dicen que la historia repite ciertos ciclos, pero si esto es verdad esperamos demasiado tiempo para que en este continente la izquierda tuviera el poder o mejor dicho: “el gobierno” que como veremos a lo largo de este artículo no son necesariamente lo mismo.
Ya no quedan dudas de la incidencia de la política de los Estados Unidos en nuestras tierras desde que esta maravillosa nación se transformó en la más poderosa de la tierra. Si yo les menciono el “Plan Cóndor” muy pocos de ustedes estarán ignorantes de lo que estas dos palabras significan con dictaduras, tortura, desaparecidos no solo para frenar el supuesto avance del comunismo luego de la revolución cubana, sino para asegurar una fuente inagotable de materias primas que aún lo seguimos siendo y al bajo precio de la necesidad.
Por lo tanto la izquierda floreció unida y latinoamericanista durante las diversas dictaduras resistiendo de mil formas en estos países y casi sin excepciones con la figura emblemática de Ernesto Che Guevara como ejemplo didáctico de lo que debe ser el hombre nuevo. Con diferentes matices las izquierdas o al menos los “centros” progresistas tarde pero seguro tomaron los gobiernos por medio de elecciones democráticas y libres tras décadas de soportar gobiernos de derecha obsecuentes y genuflexos al poder capitalista sumisos al fondo monetario internacional con todo lo que esto significó en la pobreza y atraso de nuestros pueblos.
Pero pasar al otro lado del mostrador trajo aparejado todo lo que en estos momentos estamos viviendo casi sin excepciones comenzando con la debacle venezolana, pasando por Brasil, Argentina y los diversos “deslices” que se pretenden investigar en el Uruguay sin olvidarnos de Bolivia, Ecuador y Perú. Colombia no ha tenido cambios porque sigue manteniendo esa hermosa hermandad con el gran hermano del norte y Chile más o menos navega entre una derecha heredera de Pinochet y una izquierda bastante errática si se me permite. Paraguay ha tenido también su digamos: “primavera de izquierda” pero ha vuelto a su habitual bajo perfil.
“Corrupción” es la palabra, prácticamente todos los gobiernos son investigados por mantener una relación de corruptela con las grandes empresas transnacionales o nacionales indefectiblemente ligadas a capitales extranjeros y ya sabemos en su mayoría de donde provienen sus filiales. He aquí la pregunta del millón: __ ¿Es posible mantener un gobierno populista sin transar por debajo de la mesa con estos mafiosos?
Difícil para responderlo y menos de parte de su servidor que lejos está de ser un politólogo, sociólogo o urólogo ya que por esto último creo que nos han metido el dedo allá mismo durante toda nuestra historia y salvo el emblemático caso de Cuba y casi casi Venezuela no hemos podido enfrentar con una verdadera revolución social este estado de cosas.
Otro tema que me ha rondado la cabeza es comparar la corrupción de la derecha con la de la izquierda. No, no estoy loco, porque las derechas robaron de lo lindo manteniendo a los pueblos con hambre y acrecentando por miles o millones los focos de pobreza e indigencia de este continente, al menos las izquierdas o gobiernos progresistas si bien corruptos como parece no caber duda: Han repartido bastante mejor las migajas de este feroz capitalismo suicida que nos toca vivir y es elocuente lo que han hecho los gobiernos de Evo, Lula, Kirchner, Vázquez, etc. al menos abatiendo un tantito aquella especie de bola de nieve que sumía cada día más y más en la miseria a nuestro continente. Las cifras son elocuentes aunque claro que falta mucho aún.
Es indudable por ejemplo que en el Uruguay se han restaurado los derechos de los trabajadores, volvieron los consejos de salarios que los hijos de puta de la derecha habían cercenado, con perdón de la palabra, pero no se me ocurre otro epíteto. Pero por otro lado le hemos ladeado la cabeza al tema de los derechos humanos y aún estamos por saber que pasó y como desaparecieron nuestras víctimas de la dictadura.
Tampoco hemos solucionado el tema de la vivienda de la mayoría de los uruguayos y seguimos manteniendo una política neoliberal en lo económico pero peor aún “en lo sicológico” de una población que le fue perdiendo el rumbo al hombre nuevo que mencionamos antes y que tanto unía a Latinoamérica.
Así que el rótulo de “gobierno de izquierda” nos queda más que grande a los uruguayos y será mejor utilizar el eufemismo de: “Progresista” por aquello de que es mejor que los pobres puedan comprarse sus celulares y los que duermen en la calle ahora tengan colchones cuando antes dormían sobre cartones. Cuestión de comparar.
Otro tema que me preocupa es la soberbia de algunos gobernantes que van perdiendo la calidad de servidores públicos y de representantes del pueblo para transformarse en una especie de avatares o gurues de lo que mejor nos conviene a los trabajadores y estudiantes, solventando toda su dialéctica en una especie de doble discurso populista que admite sin dilaciones que el mundo ya está resuelto como: capitalista, consumidor y explotador y no hay nada que lo cambie. ¿Globalización?
Desde luego que en unos quince o veinte años de gobiernos “populares” fuimos creando un ejército de empleados del estado con muy buenos beneficios y a todas voces ligados a sus filiaciones políticas antes que a un necesario código ético.
Un ejemplo elocuente salvo honrosas excepciones es la pauperización de los sistemas educativos en nuestras tierras, deterioro que por supuesto venía de antes ya que para la sociedad de consumo alcanza con saber trabajar y comprar para que un ciudadano sea funcional y nada de espíritu crítico porque eso molesta y bastante a cualquier centro de poder sea del color que sea. A los soberbios antes mencionados les molesta mucho ser denunciados por el pueblo e indefectiblemente tendrán la carta en la manga de una conspiración venida de tierras del norte que podrá ser cierta más los hechos son hechos y si eres corrupto lo eres y listo. ¿O el fin es superior a los medios?
Así que volviendo al título podríamos decir que las izquierdas con todos sus matices parecen haber fracasado por sus manifiestas denuncias de corrupción que enlodan a personajes de la talla de un Lula, Cristina Kirchner, José Mujica, etc. que podrán gustarnos o no pero en su momento representaron la esperanza de muchos años de esperar que la tortilla se de vuelta aunque quizás por no romper muchos huevos ahora se esté pagando el precio de pactar con las grandes mafias económicas y todo en nombre de la paz.
En esto han tenido puntual importancia los grandes medios de comunicación que siguen siendo hijos directos de un concepto conservador y de derechas en todo el continente, aquellos gobiernos que los enfrentaron han tenido y tienen que lidiar con información sesgada y mentirosa y los que pactaron con estos cretinos debieron pagar el costo que significa dormir con el enemigo.
Una vuelta a las derechas parece insoslayable, porque la gente no parece creer en terceras alternativas que si las hay y ahora procurará volver a apostar a los herederos de aquellos inefables estafadores hijos del imperio que antes nos gobernaron con sus históricos expolios desde el Río Bravo a la Antártida. Al menos tengo el consuelo de que estos años en que hemos recuperado algunos de nuestros derechos inalienables nos sirvan para que no nos los vuelvan a quitar de un día para el otro. La opción libertaria siempre estará allí.