El gran Gatsby
Por: Darío Valle Risoto
No se si es la primera recreación de la famosa novela del mismo nombre pero en este caso me quiero referir a la película protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow la que casualmente pude adquirir original hace unos días.
Al ver esta película casi de inmediato supuse y estoy casi seguro de que la novela de Fitzgerald debe ser grandiosa retratando una sociedad usamericana entre guerras a ritmo de música de jazz y riquezas ofensivas o pornográficas como más les guste de denominarlas.
La historia gira en torno a un hombre que vive casi humildemente cerca de la mansión de un ignoto nuevo rico que llegó al lugar y que se dedica a hacer grandes fiestas más es difícil de ver pero esto cambiará rápidamente porque estamos hablando de una historia de amor más no una cualquiera sino aquella tan poderosa que hizo de un hombre pobre un millonario solamente para conquistar a una señorita rica que tras el paso del tiempo está casada con un farsante que a su vez la engaña con la esposa de un mecánico.
Este discreto protagonista comienza a ser testigo de esta historia de amores desencontrados y engaños que no terminarán nada bien pero que encierran en si mismos la fábula de una clase rica que en los años locos creyó vivir para siempre y sin poner frenos a una diversión que se hizo casi forzada quizás para conquistar una inmortalidad imposible o para eliminar el recuerdo de una terrible primera guerra mundial.
Aprendemos con esta película que puede haber una belleza monstruosa en la opulencia y que la estúpida felicidad no puede contrariar una realidad donde había aún servidumbre y pobreza en cada rincón de los estados unidos aunque la historia quiso hacernos creer que todo eran fiestas, automóviles lujosos y música de jazz.
El Gran Gatsby es una de esas inevitables películas muy norteamericanas, muy yanquis pero endiabladamente buenas y que nos ayudan y mucho a conocer la idiosincrasia de la policía del mundo, los dueños del planeta.