Pamela, el buzo de Almafuerte y Yo.
Por: Darío Valle Risoto
Busqué una remera entre las cosas de Pamela, ella me había dicho que usara la que quisiera y encontré una enorme con un fabuloso diseño en la espalda con el logo de “Almafuerte” en el frente y me la puse arriba de la desgastada que llevaba para no ensuciarla. Volví a mirar a mí alrededor nuevamente. Hacía apenas un par de semanas me había mudado a la casa de mi nueva compañera y aún me sentía un intruso, sobretodo porque casi ni la conocía.
Había sido una vieja fábrica, un enorme salón de unos diez o doce metros por unos veinticinco arriba de un depósito en la ciudad vieja, ella lo había pintado sola de varios colores sobre los ladrillos a la vista de las paredes, había una de ellas con cortinados negros que tapaban un gigantesco espejo y una barra donde Pamela practicaba sus danzas. Pamela era profesora de baile entre otras cosas. Tenía ventanales enormes con barrotes, algunos vidrios estaban emparchados, sucios o pintados de negro.
Salí y caminé hasta las vías del tren a unas cuatro cuadras, me había dicho que para ella era bueno irse a pensar sobre el paso a nivel viendo el mar y con algún tren pasando por debajo y por lo tanto intenté esa especie de meditación sobretodo porque aún en mi cabeza bailoteaban mil ideas sobre la vida, la magia y ese tema de irme a vivir con una mujer que parecía al menos perfecta.
Hacía frío y me vi reflejado deforme sobre un charco manchado de aceite casi de frente a la bahía, un policía de prefectura me miró severamente y le sonreí, no me contestó el buen gesto.
Y era verdad en el paso a nivel la vista era poco más que extraordinaria con el cerro de Montevideo casi sobre mi hombro izquierdo, había un par de asientos de plaza, en el más cercano tres ancianas comían biscochos rodeadas de palomas.
__ Buen día.
__ ¿Vos sos el nuevo de Pamela?
__ ¿El nuevo?
__ No le hagas caso es una indiscreta, nosotras vivimos sobre la panadería de Madariaga donde ella compra y como verás nos sobra el tiempo. __Agrego con gesto afable mientras miraba a la indiscreta la que parecía más lúcida de las tres.
__ Me llamo Arturo.
__ Yo soy Luisa, ella es Inés y la chismosa es “La María”.
Me alejé unos pasos, era de verdad “el nuevo” y no me importaba. Había conocido a Pamela en un concierto de “Águila Turbo” donde tocaba un amigo y no sabía gracias a que efecto del whisky que nunca me gustó terminamos teniendo sexo en la camioneta de Horacio. Al día siguiente encontré su teléfono en el bolsillo de atrás de mi pantalón sin la menor idea de cómo había llegado allí.
“Pamela, la que lo hizo contigo anoche…llamame…564… 34…”
Alejado de toda duda la llamé y comenzamos a salir, al tercer día no resucitó nada pero le tuve que contar que me iba a quedar en la calle porque no tenía más trabajo en el taller y se me vencía la renta y el judío Sokolinsky me echaba a la mierda en menos de tres días.
__ Venite a vivir conmigo. __Me dijo como si pasara un carro mientras se empinaba una jarra de cerveza y se quedaba sonriente y con un bigote de espuma.
__ Pero si apenas nos conocemos, yo podría ser un asesino serial.
__ Y yo podría tener una colección de penes en la heladera.
__ No tenemos garantías entonces…está bien, me mudo contigo.
__ Fabuloso. __ Me había dicho plena y absolutamente convencida y con un serio declive en su condición de lucidez.
Hagamos una pausa:
Pamela Freitas tiene veintisiete años, yo veinticinco, ella es un poco más alta que un servidor, delgada con buenas caderas, grandes tetas, pelo largo muy negro y lacio casi siempre atado en cola o caprichoso moño, ojos verdes casi rasgados, nariz un poco aguileña, apenas como para dejarla mejor, labios casi carnosos sobretodo el de arriba…el de abajo…también, manos hermosas, uñas siempre pintadas de negro, piernas increíbles que no siempre se afeita y baila como los mil demonios y coge un poco mejor que eso.
Y Yo…bueno, no hay mucho que contar, tengo el pelo largo que para ser metalero es como el gacho de un tanguero o la pluma de un apache.
También hay metaleros pelados por opción o resignación, claro.
Y con apenas una mochila y una valija desvencijada una mañana fría de sábado de Julio me mudé al depósito donde vive esta mujer irresolutamente maravillosa aunque nunca se lo pienso decir.
El primer día después de hacer el amor agotadoramente durante horas me cocinó una espantosa tortilla casi toda quemada e inmediatamente comprendí que todo no se puede pedir de la vida y me encargué de la cocina de allí en adelante.
Hice un puchero fabuloso al día siguiente y mientras le servía el segundo plato de carne con papas, boniatos y otras verduras, me miró fijo y me dijo que si no conseguía trabajo no importaba, solamente quería que le cocine y le siga haciendo el amor cuantas veces quiera.
No sé que me dio más miedo.
Revisando su enorme taller – apartamento encontré un bajo casi abandonado debajo de una montaña de revistas detrás de un sofá con tres patas, puse unos libros debajo de la parte chueca al sofá y traté de afinar el bajo con lo que mis pobres oídos pueden afortunadamente había un equipito Marshall en una esquina y traté de sacar algunos temas de V-8 y de Hermética hasta que comenzó a caer la noche y Pamela entró para mirarme con gesto extrañado.
__ ¿También sos músico?
__ Perdóname, lo encontré allá, ¿Es tuyo?
__ No, es de mi prima Lucía que tocaba en una banda de punkis lesbianas pero largó todo a la mierda, creo que se hizo testigo de Jehová.
Me dio uno de esos besos sonoros y dejando el bajo contra una pared apagué el equipito y la miré a los ojos, nunca paraba de pensar en que ella era solamente producto de mi imaginación y que en realidad estaba en algún callejón drogado con LSD o con mate amargo.
__ ¿Cómo te fue en el trabajo?
__ ¿Qué hay para comer querida? __ Me hizo largar la risa, cosa que no es muy común en mí, fui hasta el rincón que servía de cocina y saqué una pizza a la napolitana casera que acababa de terminar hacía unos minutos.
Ella se sacó la campera, tiró su bolso y se acercó a la fuente.
__ Podrías laburar en una pizzería, tengo un primo que es encargado de una en Pocitos.
__ Creo que es buena idea sobretodo para dejar de abusar de vos, así te ayudo con el alquiler.
__ Pero todo este enorme depósito es mío pibe, así como me ves alguna vez tuvimos mucha guita en mi familia hasta que mi viejo se la embarró toda en el juego pero al menos heredé este palacete. __ Dijo mirando al lejano techo de chapas. ___ Aunque eso de “Abusar de mi” me gusta bastante pero en otro sentido. __Agregó desnudándose.
Volvió mi mente al presente cuando un tren pasó bajo mis pies y todo tembló el paso a nivel metálico como si fuera un concierto. Las tres viejitas se fueron caminando en sentido contrario a mi regreso y nuevamente pasé frente al milico de prefectura pero esta vez no le sonreí.
Pensando en esta mujer que me había dado refugio creí encontrar cierta magia en las cosas y sentí la enorme tristeza de comenzar a enamorarme y terminar atropellado por mi habitual mala suerte. El buzo de “Almafuerte” fue el detonante de mi primera pregunta a Pamela que no le gustó demasiado.
__ La señora me dijo: “el nuevo”, no estoy celoso pero la verdad que me dejó como un aguijón en el culo.
Ella se quedó pensativa y después se soltó el pelo.
__ Estuve viviendo con un pibe como cuatro años hasta hace un mes más o menos, se fue a Venezuela con una mina y me dejó al borde del suicido, en serio, no te rías, después te encontré medio borracha en el concierto de “Águila” y acá estamos. ¿Querés saber algo más?
Me sentí como la mierda, como un inquisidor, un vigilante, más o menos todos son lo mismo, así que le pedí disculpas y le dije que era bueno que la hayan abandonado y que no se haya matado y que me haya traído rescatándome de mi vida vacía y sin horizontes y que le había cocido una camisa durante la tarde y que iba a hacer papas fritas con hamburguesas y que la amaba casi como al rock y que iba a buscar trabajo y luego de arreglar mi vida quería tener como cuatro hijos para regentear una banda de heavy metal de niños que versionaran temas satánicos para tocar en el kinder.
Y todavía estamos con Pamela fabricando las buenas nostalgias que contarles a nuestros nietos durante el Apocalipsis o una devastación por el estilo.
FIN.
Cuento que está inspirado en algo que soñé anoche,el buzo en realidad era de Megadeth