El imposible Jack
Por: Darío Valle Risoto
Un corredor entre edificios de tres pisos, las ventanas todas con sus postigos cerrados, una luz gris azulada alimentando la niebla o la misma niebla diluyendo la calidez de los escasos faroles de la calle. Los adoquines desiguales que llevan entre sus bordes el agua sucia de una Londres funesta, más abajo el Támesis y una luna inquieta que suele ponerse pálida o adornar con una blanca luz cadavérica a la noche triste.
Pierre levanta su capa y trata de abrigarse pero es inútil, ya el frío le ha calado los huesos y piensa en el infortunio de pertenecer a esa pobre estirpe de hombres que sin saberlo terminan trabajando como policías, pudo ser albañil, herrero, algo menos riesgoso pero quizás no tan aventurero sobretodo porque las putas vienen muriendo en ese solitario barrio portuario y lo mandaron a investigar.
Pierre hijo de Franceses creció en Birmingham y vino a Londres para pasar más hambre que de costumbre hasta que se enlistó como guardián de la ley para preservar la justicia en una tierra donde una vida vale dos peniques o menos si eres una pobre ramera.
Constance antes de morir solo dijo dos palabras: __El doctor. y luego expiró con sus manos intentando inútilmente devolver sus tripas a su abdomen que como una boca alguien con la precisión de un cirujano había abierto.
El Inspector Mc Person la miró sin expresión y mandó a llevarle al cadáver a la morgue, seguro el doctor Víctor Frankenstein iba a descubrir algo más pero a la fecha era la quinta puta muerta en la noche londinense y la gente comenzaba a preocuparse.
El Pastor Donwich había predicado el domingo en el templo anglicano sobre el pecado y sobre el castigo de dios a los pecadores a través de sus misteriosos designios, no había dicho abiertamente que estaba feliz y con alborozo porque se limpiaran las calles pero Pierre Gray lo habría asegurado mientras yacía sentado observándolo todo al final del auditorio.
El problema era que Pierre era literalmente un hijo de puta, su madre había ejercido el meretricio para darle una educación allá en Paris y luego con seis años habían viajado a Inglaterra quizás para iniciar una nueva vida, ella se lo contó cuando ya era un hombre de veinte años, sin arrepentirse le contó que hizo esos sacrificios para darle una vida mejor a él, su único y amado hijo.
__ ¿Pastor Donwich? Quisiera hacerle unas preguntas.
El hombre es endiabladamente alto y apuesto, sus canas adornan una cabeza proporcionada y tiene una mirada de ojos azules que penetran el alma de los creyentes, más Pierre hace años que solo cree en su pistola.
__ ¿Usted conocía a las victimas?
__ ¿Cómo me pregunta eso?
__ Respóndame, por favor.
__ Quiero hablar con su superior inmediato, soy amigo del jefe Henderson y esto no va a quedar así mequetrefe.
__ Que pase un buen día. __Le mintió poniéndose su bombín para salir a la calle. Caminó hasta la plaza Trafalgar y llenó su pipa de tabaco de Madagascar.
Ella había dicho: “El doctor” y sus compañeros de Scotland Yard le dijeron que era para que le trajeran a un médico pero Pierre no pensó en lo mismo.
__ El pastor Donwich fue médico antes de asumir su misión de fe, puede ser una coincidencia pero no tengo nada mejor.
__ ¿Que dice señor? __Le preguntó Jhonny su joven ayudante.
__ Nada muchacho, creo que deberías ir a la morgue para preguntarle a Víctor si encontró algo aunque me temo que será igual que siempre.
__ Ese hombre me da escalofríos señor.
__ Todo Londres da escalofríos, luego me avisas pero como es tarde luego vete a casa, yo me quedaré a pensar.
__ La niebla será terrible esta noche señor.
__ Siempre es terrible la niebla en esta ciudad del infierno.
Seis horas después estaba sentado en un bar esperando que caiga la noche, tomó varios cafés irlandeses con mucho scotch y alguna que otra salchicha con nueces especialidad de la casa.
Pierre era delgado con rostro fino terminado triangularmente en una pequeña barba con bigote descuidado, tenía cierta renguera en la pierna izquierda fruto de la persecución de un licántropo en el invierno pasado pero ya se había acostumbrado a que jamás fuera a caminar tan esbelto como antes.
Dormitó sentado en su rincón del bar hasta que un mozo lo sacudió para avisarle que ya era de noche.
__Gracias mi amigo, quédate con el cambio.
Y luego de caminar hacia el Soho se quedó allí en el corredor de luces azules esperando tal vez que una de las putas grite cerca para llegar por una vez a tiempo de salvar una vida.
Volvió a cargar su pipa y rápidamente la prendió tratando de ocultar la llama de su fósforo con la capa, una silueta se acercó, era una de ellas.
__ ¿Estás solo?
__ No se asuste, soy policía, ¿sabe que corre peligro?
__ No le tengo miedo a nada.
Era muy joven, tal vez unos catorce años, esbelta, con grandes pechos que mostraba dentro de un escote profundo en un vestido que había tenido mejores tiempos. Su pelo endiabladamente rojo estaba recogido por una moña negra que a Pierre se le ocurrió funeraria.
Ella se quedó parada a su lado, le pidió la pipa y le dio una larga aspirada.
__ ¡Que rico!
__ Es una mezcla de Madagascar con chocolate y canela.
Pierre advirtió otra silueta al fondo de la azulada aureola del corredor de piso de piedras desiguales, el farol iluminaba la niebla que el viento hacía fluir entre las piernas de una figura distante casi cien metros.
__ Puede ser un cliente.
__ O el destripador.
__ No diga esa palabra, por favor.
__ ¿No era que no le temía a nada?
Ella sonrió y luego resuelta se alejó rumbo a la silueta que caminaba en su dirección. Pierre empuñó su arma y caminó detrás de ella tratando de que las paredes lo taparan con sus sombras.
__ Me llamo Valentine. __Le dijo un poco antes de desaparecer dentro de la niebla hasta que en un momento pudo advertir que hablaba con el extraño.
Pierre se quedó esperando alguna señal pero por momentos la oscuridad se tragaba todo: el corredor, el farol, a la pareja y al universo mismo dentro de una pastosa densidad azul y sobrenatural.
Hasta que algo brilló en esa ausencia de todo, algo metálico a la altura del vientre de la jovencita.
__ ¡Alto allí doctor o disparo!
Corrió los metros suficientes para estar casi a cuatro pasos de la pareja, ella en ese momento caía tomándose el vientre mientras que el tipo daba la vuelta para huir.
Pierre hizo tres disparos a la vez que con su mano izquierda tomaba su silbato para pedir refuerzos y lo hacia sonar frenéticamente en la noche abismal Londinense.
El atacante dio unos pasos y cayó de costado dando convulsiones, el policía se agachó primero para mirar a la chica, afortunadamente la herida parecía superficial aunque sangraba a la altura del abdomen.
__ Estoy bien, mate a ese hijo del diablo… ¡hágalo por cristo!
Era un hombre de aspecto simiesco, casi desconocido, su mandíbula inferior asomaba por sobre la superior mostrando dos colmillos que miraban al cielo, su lengua negra asomaba escupiendo sangre, sus ojos no eran de este mundo.
__ ¿Su nombre?
__ Usted me conoce maldito policía, me conoce muy bien. __Dijo antes de morir y poco a poco las facciones contrahechas comenzaron a formar el rostro apuesto del pastor Donwich.
__ ¿Quién lo hubiera imaginado? __ Se asombró Pierre antes de tapar al asesino muerto con su propia capa.
Valentine se había arrastrado contra una pared, poco a poco llegaban policías y vecinos y la calle comenzaba a tomar vida y hasta la niebla parecía disiparse.
Pierre le puso un pañuelo blanco sobre la herida que era muy leve pero necesitaría algunos puntos, afortunadamente la gruesa tela del vestido y su grito la habían salvado.
__ Era el pastor Donwich, yo lo sospeché desde hace un tiempo pero nunca imaginé que podría cambiar de aspecto.
__ Era un cliente asiduo de mis colegas, en las calles lo conocíamos como Mr: Hyde. ___Dijo ella antes de desmayarse.
FIN.