Petra So
Por: Darío Valle Risoto
Mes: agosto 2014
El Quilombo del Arbolito (cuento)
El Quilombo del Arbolito
Por: Darío Valle Risoto
The Expendables 3: Muy Buena
The Expendables 3
Por: Darío Valle Risoto
Godzilla: Mucho monstruo, pocas nueces.
Godzilla 2014
Por: Darío Valle Risoto
Neo Vampiros 02: La casa del frio
Neo Vampiros 02
“La Casa del Frío”
Por: Darío Valle Risoto
Delincuencia y minoridad
La Radio, la gente, los instintos
La Radio, la gente, los instintos
Por: Darío Valle Risoto
Maleficent: De lo mejor de este año
Maleficent
Por: Darío Valle Risoto
Los Monstruos de Palpa
Los Monstruos de Palpa
Por: Darío Valle Risoto
El ardiente desierto producía inesperadas sombras sobre la cordura de Dimitri Postunov, las horas sin agua, los labios partidos y las uñas de la muerte como si estuvieran agazapadas para saltar sobre su cuerpo enjuto y desgraciado.
Aquel camino de rocas puntiagudas había destrozado las cubiertas de su jeep, la radio no funcionaba, una estática fantasma lo acompañó sus últimos kilómetros en el desierto andino pedregoso y brutal.
__ ¡Maldito Perú! __ Dijo o quiso decir, porque ya no tenía saliva en la boca y hubiera dado su reino por una buena jarra de cerveza fría. Lamentablemente no tenía reino y poco hubiera importado con cuarenta y cinco grados bajo el horno del sol.
Al norte estará Palpa, la ciudad donde debería encontrarse con el matrimonio yanqui y ese inglés de dientes podridos… Hawking, Stewart.
Rodeó una línea de piedras claras y sin quererlo se encontró sobre una elevación, llevaba una T-Shirt debajo del sombrero cubriéndole la cabeza para resguardarlo de las mordidas del calor, sus pasos ya eran erráticos cuando avizoró que estaba caminando sobre una gran figura de Nazca.
Esta era nueva.
__ ¿Cómo?
Había estudiado en Moscú largo tiempo las extrañas figuras de Nazca, las conocía una por una más que a su propia mujer o al manifiesto comunista, sin embargo esta. ¿Era nueva?
Sus ojos más celestes que el cielo parpadearon y calló desmayado.
__ ¡Troc, troc, troc, no lo despiertes, troc, troc, troc, troc!
La humedad y el frío eran dos tesoros inesperados, pero había un olor nauseabundo como a carne muerta agusanada.
Dimitri abrió los ojos y vio algo inusitado.
El matrimonio Jones trayéndole agua, eran el regordete Malcom Jones sonriendo y la tetona de su mujer: Eleonora Cascosa tratando de que tome lentamente.
__Menos mal que salimos a buscarlo Dimitri, encontramos su Jeep y pensamos en lo peor, pero mi mujer si que conoce este terrible país, ella supo por donde debió haberse escapado mi estimado.
El aliento asqueroso de Malcom no era nada comparado con la felicidad de que le hayan salvado la vida, la piel le quemaba donde había llagas y aún no podía hablar.
Ella apoyó sus enormes pechos en el brazo del insolado y le dio agua poco a poco, el líquido bajó tímidamente por las oquedades casi muertas de su garganta hasta que volvió a desmayarse.
__ ¡Troc, troc, troc, debemos decirle que Stewart tuvo que morirse, troc, troc, troc!
Dimitri se puso de pie, la cueva era algo más alta que él que medía casi dos metros, miró alrededor, una débil lámpara de aceite iluminaba un recinto de unos diez metros cuadrados y al final dos túneles oscuros como ojos vacíos, en el medio un par de mochilas que reconoció inmediatamente, una era de la mujer y otra de su marido, las reconoció de la foto que recibió al aceptar formar parte de la expedición.
__ ¡No fue suficiente, no lo fue!
Escuchó gritar a Eleonora que llegó corriendo sudorosa con la ropa rasgada y las tetas casi fuera, en el abdomen la mancha de un líquido gelatinoso de color violáceo que le chorreaba por las piernas regordetas y llegaba al suelo.
Dimitri aún débil apenas la pudo contener y tratar de que se calme.
__ ¡Se comió a Stewart apenas llegamos y ahora a mi marido!
__ ¿Qué cosa?
Ella con sus ojos negros desorbitados retrocedió hasta el equipaje y de rodillas buscó frenéticamente hasta hallar una pistola.
__Solo quedamos nosotros. __Dijo con el rostro desencajado y la mirada enloquecida, Dimitri se tiró contra la pared y un disparo dio muy cerca de su hombro derecho rebotando en las paredes puntiagudas de la piedra.
__ ¡Deténgase loca de mierda!, ¡Me va a matar!
Ella le señaló la entrada de la derecha pero él simuló hacerle caso y se tiró con las pocas fuerzas que le quedaban sobre el túnel izquierdo, los disparos sonaron a su espalda y una filosa bala le atravesó la pierna a la altura del muslo, en la oscuridad tanteó un bolsillo y se sintió feliz de llevar ese viejo encendedor.
La mujer se quedó gritando detrás hasta que el sonido como de algo enorme arrastrándose contra las rocas terminó por sobreponerse.
Dimitri chocó contra una pared, ese túnel no tenía salida y no sabía cuanto podría durar la llama de su Zippo, así que retornó sobre sus pasos hasta dar con la cueva donde había sentido la pasajera algarabía de estar todavía vivo.
Con mucha precaución tomó el camino por donde la mujer quería que fuera, no sin antes buscar entre las mochilas y sacar una linterna y un cuchillo, única arma que podría servirle de algo contra su pistola si tenía suerte.
Caminó por espacio de una media hora hasta que comenzó a resbalar y tuvo que sostenerse de ambas paredes para no caer en un enorme recinto que como un embudo se metía en la tierra. Delante de su vista encontró la razón del olor nauseabundo que había olvidado subrepticiamente al recibir los tiros de esa loca.
Entre una enormidad de huesos secos había un cadáver apenas reconocido, era Malcom pero ahora en dividido en dos trozos sanguinolentos a la altura de la cintura como partido por…
__ ¡Mátame!, ¡Mátame hijo de puta!, ¡Mátame!
Antes de perder la razón Dimitri vio a la mujer, a Eleonora Cascosa siendo explorada por los tentáculos gelatinosos de una cosa grande, azulada y con un aspecto nunca antes presenciado por un hombre en sus cabales, dicha cosa parecía hacerle el amor a ese cuerpo que movía como en un paroxismo sexual.
Miro su cuchillo, poco podía hacer y regresó sobre sus pasos, tras casi llegar al fin de sus fuerzas encontró una salida de la enorme cueva y cuando se desmayaba alguien le sacudió el hombro con ternura.
Era un hombre viejo, con mirada atónita.
__Se quedó dormido señor, ¿Va a llevar el libro?
Dimitri se encontraba en una biblioteca de Lima, recordó que pronto se tenía que encontrar con los Stewart para iniciar la expedición a Nazca.
Miró entre sus piernas, se le había caído el libro, el tendero lo levantó y se lo alcanzó.
El libro estaba abierto sobre el cuento “Dagón” de Howard Phillip Lovecraft.
FIN
Edge of Tomorrow: Muy Poco
Edge of Tomorrow
Por: Darío Valle Risoto