Sin declaraciones pero con principios
Amucharse o ser uno mismo
Por: Darío Valle Risoto
Todo fue perdiendo su importancia, cada costumbre, cada ritual, y de quedarme aletargado viendo a mis semejantes repetir constantemente actos y movimientos carentes de toda lógica, decidí alejarme de ellos. No me volví un insociable de un día para el otro, es más, no creo que los sea realmente porque me manejo bastante cómodamente dentro de mi sociedad y puedo hasta soportar esta cultura.
Pero nací con una necesidad imperiosa de no ser como todos y mucho menos cuando estos intentan que repita sus rituales sin otra razón que porque siempre fue así o porque hay que caerles bien a todos, como si fuéramos monos que nos imitamos unos a otros hasta el infinito.
Con los años esta coraza se ha vuelto impenetrable, al principio los acosadores trataban implacablemente de que siga sus modas y sus trágicas formas de vivir apesadumbrados por los combos narrativos de una cultura de tambores, alcoholismo machista y futbol… entre otras cosas.
Dejé de ir a velorios, casamientos, despedidas, actos de homenaje y todo lo que implique que me aburra y me sienta con ganas de salir corriendo de allí a los cinco minutos de permanecer como un extraño en tierra extraña. Solamente añoro aquellas reuniones con dos o tres amigos escuchando rock and roll y manejando nuestro particular humor negro sin ataduras con lo políticamente correcto o este nuevo fascismo del idioma.
No le seguí la corriente a ninguna mujer y por atractiva que fuera me dio asco que pretendan que su belleza encadenara mi libertad de ser como soy para así acomodarme a las neurosis de aquellas que creen que todos somos cazadores de vaginas.
No me importó que aquel fuera homosexual, metro sexual o vegetariano, todo junto, nada o casi todo mientras no me molestara ni me tapara la luz del sol con el orgullo falso de ser diferente en un mundo donde todos, hasta ellos se parecen demasiado.
Supe tempranamente que los políticos son negociadores y que van a conseguir lo mejor para nosotros luego de colarnos con el cernidor del egoísmo y el amor a los estamentos donde hasta la solidaridad tiene un precio y la integridad solamente existe en las personas desconocidas.
Todos somos jueces y ejecutores en una red social y rápidamente deshojamos situaciones y atacamos a otros con el mismo razonamiento del niño que quema hormigas con una lupa enceguecido por un sol inexplicablemente poderoso.
Vamos enumerando gustos, rasgos y pasiones, creemos que hay tendencias cuando la única verdad es que los estúpidos son famosos y los que aún conservamos algo de discreción permanecemos escondidos y aterrados de tanta exposición absurda.
Todo es parte del show, me han buscado contradicciones quienes son los avatares circunstanciales de la probidad de colocar en la web una simple opinión sobre una película que a ellos no les gusta y entonces me investigan en google o facebook tratando de exponerme como otro pelotudo…que lo soy.
Me han echado de grupos a los que nunca pertenecí, me han rechazado colaboraciones solo para luego hacer cosas peores pero a nombre de sus amigos apenas prestigiosos o que simplemente están allí cuando hay velorios, casamientos, tamboriles… fútbol, tal vez cantar el himno o saludar a la bandera.
No soy de amistad fácil, he bloqueado gente a la que no me interesa ni me importa si mastica una bomba de neutrones o se hacen millonarios, no creo en largas explicaciones en el facebook donde todos pasamos de golpe y apenas si nos quedamos para ojear algo, lo demás es pura neurosis narcisista de las redes morales.