El señor de las mentiras
Por: Darío Valle Risoto
Cada vez que presencio una noticia referente al papa Francisco me sobreviene una especie de sensación de ácido estomacal que me sube por la garganta y por favor no vayan a creer que estoy poseído por el maligno. Aunque pensándolo bien si ustedes son de las personas que creen en el dios cristiano es probable que lo crean además de pensar que todo lo que diga o haga el papa es importante.
Sin embargo aunque parezca muy interesante toda intervención de este anciano siempre es predecible, vaga y por sobretodas las cosas: falsa. El máximo pontífice de la iglesia católica tiene el poder y la autoridad que le da estar a la cabeza de una institución defensora de una absurda mentira que por siglos se ha hecho carne en millones de seres humanos. Status quo de un hato de farsantes que viven gracias a la ignorancia y la ingenuidad de aquellos inocentes que no razonan libremente y mucho menos con una mínima duda científica.
Gente presuntamente inteligente y de mente abierta para muchas otras cosas siente afinidad por el papa, lo mediático le da mayor poder y presencia en todos los soportes de información. Su carisma hace que los más intelectuales parezcan olvidar que este señor comanda una institución sostenida por los endebles cimientos de una fabulosa mentira sobre la existencia de un dios y en un libro de Ficción que contempla prácticamente todos los géneros literarios.
Es el guía actual de la vida cristiana pero en realidad el papa no comanda nada, de seguro que solo es la cabeza visible de una gigantesca institución transnacional multimillonaria de la que nunca conoceremos sus verdaderos mandamases.
La iglesia católica es una vendedora de esperanza, hay que asumirlo. La iglesia católica compensa la soledad de los hombres simples, la falta de motivaciones y la desesperanza para los que viven momentos duros y no saben valerse con libertad e independencia por si mismos. La iglesia católica como cualquier otra religión nos vende la ilusión de que hay algo mas allá de la realidad y de la muerte misma, aunque en verdad no hay mas nada.
No hay vida después de la muerte, no hay resurrección ni reencarnación como tampoco son verdad la astrología, los fantasmas, los hobbits, los Ángeles o cualquier otra cosa nacida de la imaginación de los hombres aburridos y solos.
Solamente hay millones de incautos que prefieren estos u otros engaños para sobrellevar sus existencias, es duro reconocer la cruel verdad, lo efímero de la vida y peor creo es: perderla rezándole y mucho menos idealizando a mafiosos como el papa Francisco.