Somos lo que comemos
Por: Darío Valle Risoto
Con los años uno descubre que la vida es un suceder ininterrumpido de las mismas cosas, más o menos a todos nos pasa lo mismo con alguna pequeña diferencia que a veces creemos es original. Es duro reconocerlo pero no somos tan diferentes unos de otros aunque creamos que tenemos señales particulares para tomar distancia del resto. Lo individual radica en que encerrados en esta caja llamada cuerpo vemos al mundo desde dentro de su encierro y por lo tanto lo interpretamos en forma egoísta y por cierto que personal más no hay mucha diferencia con nuestros vecinos.
Si somos seres sociales muchas veces parece que lo disimulamos bastante y por ende andamos por nuestra cotidianeidad tratando de diferenciarnos para así parecernos mucho más de lo que creemos entre nosotros. En síntesis: “Somos lo que comemos”
Hay sin embargo una idea que no creo errada de que la mayoría no se pregunta estas cosas y transcurre en forma mucho más cómoda por la vida, hay entonces una especie de luminosa sabiduría en ser ignorantes, en no andar preguntándonos cosas muy profundas y en cumplir con nuestras necesidades primarias sin muchos aspavientos. En definitiva; nacemos, vivimos como podemos y al final estiramos la pata, eso nos pasa a todos más tarde o más temprano.
Aún así algunos vivimos tratando de perdurar a través de alguna herencia que sobrepase nuestra breve estadía sobre la tierra, tratamos d por medio del arte de quizá burlar un poco la insoportable levedad del ser. No es cosa fácil andar viviendo con este reloj jodido del tiempo que siempre nos queda en menos.
Un día le dije a un circunstancial amigo que lo único que os va quedando en la vida es una pequeña sucesión de algunos cortos buenos momentos y nada más, la memoria juega malabares para ocultarnos el resto y bueno sería que los dolores que todos soportamos alguna vez con el tiempo se amortigüen o sean mejor comprendidos.
Pero habemos algunos que somos naturalmente desconformes y andamos por la vida con un rictus de mala sangre cuando buceamos entre semejantes más semejantes que otra cosa, es decir: buena y mala gente que en síntesis no sirve para gran cosa más que para andar viviendo y nada menos que eso.
Somos la síntesis de aquello que andamos consumiendo en la vigilia ansiosa del transcurrir, todo lo sucedido deja el desperdicio notorio de su breve, brevísimo legado. Lo que para unos no es nada para otros nos motiva a la reflexión y cuando no a la resistencia porque somos apocalípticos o integrados al decir de Umberto Eco y es bien cierto.
Por lo tanto hay gente que SI y hay gente que No, la cosa será saber de que lado de la mecha nos encontraremos cuando indefectiblemente la vida nos pida asumir una posición contra la pared de la realidad.