Stranger Things: Segunda temporada

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Stranger Things Segunda temporada
Por: Darío Valle Risoto

Una gripe que nos obliga a estar como el demonio tirados expulsando mocos y tosiendo como si fuéramos a expulsar los pulmones por la boca no es bueno para atender una serie o lo que sea, así a medida que se me fueron yendo estos hermosos virus me pude conectar a la segunda temporada de esta excelente serie. Pero como no todo huele a rosas en el culo del infierno me percaté de que al llevarla para ver vía pendrive en mi televisor led salía muda, así que luego de ver el primer capítulo sin sonido porque está subtitulada pensé en verla en este vetusto ordenador lo que no me agrada para nada. Pero siempre queda alguna luz al final de donde sea y la transformé a MP4 y luego le pegué los subtítulos que por suerte venían separados y: ¡Genial!

Continúa entonces la historia donde la dejamos allí en el pueblo de Hawkings donde nadie sabe como corno el gobierno tiene un portal que trae más de algún problema, en este caso con la gran inclusión de Paul Raiser (Loco por ti) en el papel de un científico bastante más bueno que el anterior a cargo de este proyecto mientras nos cuentan cómo va la cosa con “Eleven” y se incluye a la bella: “Max” que es una chica pelirroja que bien podría ser la versión femenina y adolescente de Dave Mustaine el líder de Megadeth.

Buenos nuevos apuntes a la nostalgia a través de una serie situada en 1984 con todo lo que esto significó en Glam Metal, cine y otras estéticas además de que se expande el universo del pueblo con más historias y un final digno de aquellas películas de plagas absurdas que tanto nos gustaron. También es importante recordar aquellas referencias a las que hice hincapié en el artículo sobre la primera temporada y olvidé hacer mención al video juego: Silent Hill porque Stranger Things también tiene mucho de ello por aquello de las dimensiones paralelas más infernales que la casa de mis suegros.

Se profundiza mucho más en todos los personajes y se continúa con la historia hacia zonas nuevas más no muy originales pero la serie no se plantea originalidad alguna sino simple y bienvenido puro entretenimiento y lo consigue, ahora solo resta esperar la tercera temporada y espero verla sin mocos mediante.

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Los sueños fabriles (Cuento)

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Los Sueños Fabriles
Por: Darío Valle Risoto

No sabía cómo todo se le venía encima, se sentía cansado a grados planetarios, apesadumbrado y por momentos cada vez más crecientes: realmente furioso, aún así por el triste bien de la humanidad dejaba que el tipo le grite como si fuera un pobre bastardo.

La humillación nunca es bien aceptada, apenas si se mastica y se traga o se escupe pero en este caso escupirla significaría quedarse sin trabajo y tenía la mala costumbre de comer por lo tanto esa inmunda expresión de odio que le propugnaba el hijo de puta de Quintana era parte del perverso juego de tener ese trabajo. Lo más triste era que sus compañeros sonreían a medias disimulando que gozaban porque se humillaba a otro así ellos descansaban hasta que les toque y entonces, en ese caso, Luis no sonreía porque aparte de comer tenía la condición de ser solidario.

Allí se quedó cuando se fue el supervisor frente a la maquina: como un huérfano de vida, cansado y ofendido por este imbécil que viene y le grita porque quieren más producción y lo acusa de “Estar para la joda” o de andar en “cosas raras” que traducidos del lenguaje de la mierda quieren decir: Sindicatos.

Nunca supo como terminó en esa enorme aparatosa y siniestra fábrica de cajas de cartón, alguna vez por el ochenta y dos repartía currículos como caramelos y lo llamaron, entró en una zafra y por esos avatares del maldito destino lo hicieron efectivo.

Casi una centena y media de empleados, sirena para entrar, sirena para salir al descanso, sirena para volver del descanso, sirena para salir del trabajo y hasta para cagar y o respirar y que no se les ocurra hacer las dos cosas a la vez porque si baja la producción…

Una suerte de prisión diaria de lunes a sábado con ocho o doce horas adentro de esa gran masa de ladrillos y hierro y operarios y cartones y basura y ganas de un día pegar un grito y prenderle fuego a todo con la gente encerrada adentro y sentarse a mirar cómo se queman esa manga de alcahuetes muertos de hambre mientras él disfruta del olor a carne asada.

¿Tuvo bravo?, le preguntó Alonso, se encogió de hombros y le dio un poco más de velocidad a la máquina que lanzó un quejido de engranajes podridos y comenzó a escupir cajas impresas con una marca de jabón líquido. Y Alonso que sueña con ser supervisor cuando Quintana se jubile y Luis que ya sabe que es un futuro gran hijo de puta porque le gusta la plata y no tendrá ningún miramiento en romperse las rodillas chipándosela a los patrones si se le da oportunidad.

Casi cuarenta mujeres, algunas putas, otras de mal carácter, todas endiabladamente locas, chismosas, malas leches. Y el que cometió la locura de salir con Selva y ella que casi a diez años de aquel maldito polvo sigue con la tradición de querer darle celos como si le importaran esas tetas caídas y ese cerebro vacío. Por otro lado está Giovanna de la zona de expedición, la única que parece medianamente humana, claro, antes de que el sistema dentro de esa olla fabril la corrompa.

Cruzaban algunas palabras en la cantina hasta que Marcenaro, un canario grandote e inmensamente bruto le aconsejó que no le hable más a la petisa porque ese culito era de él. Así lo dijo y hasta con un dejo de orgullo por ser bruto y malo y al parecer mucho hombre o mucho macho.

Ya sabes, le dijo y se retiró sacándole la pera que había llevado para postre como parte de su muestra al colectivo de que era un guapo de aquellos…o de los otros, ¿Quién miércoles lo sabe?

Los demás miraban y sonreían. Luis comprendió que la gente a menudo se ríe como parte de ir llevando ese veneno que les contamina la mente con el triste placer de ver a otros sufrir, así son la mayoría de los seres humanos, así de poca cosa, baja malaria de ir por el mundo de obreros y siempre tirarse en contra de los que están de nuestro lado.

La ultima sirena indicaba que debían dejar la fábrica, la columna de empleados trata de ganar la puerta pero siempre pasando por la mirada atenta de los guardias de seguridad. Cierta vez uno de ellos le había encontrado una llave inglesa a un pibe y lo hizo echar. O renuncias o te denuncio por chorro, le dijo Quintana y el guacho firmó la renuncia.

Luis mientras todos se cagaban de risa y de placer por haber sido testigos de tamaño abuso se quedó pensando en cuantas llaves inglesas ya había pagado el pobre pibe con las enormes ganancias que le dejaba a la fábrica trabajando como un esclavo y encima se jode la vida por no conocer el simple código de que para los capitalistas el recuperar algo significa robo.

Ningún amigo, pocos compañeros, había un veterano derechista y tanguero con que a veces compartía el almuerzo, era un tipo ignorante pero con valores como el de saber callarse la boca cuando los supervisores buscaban buchones fáciles. Quintana andaba rastreando al delincuente que había dormido en horas de la noche dejando una improvisada cama en uno de los depósitos y le pregunta al veterano que estuvo de noche si vio algo y este le contesta que estuvo distraído trabajando. No es mi problema le dice al supervisor que se va caliente tratando de encontrar un alcahuete y nunca faltan.

Y se vino el conflicto del ochenta y cinco, comienzo de la democracia y sindicatos que comienzan a recorrer los talleres, las fábricas, todos los lugares de trabajo intentando afiliar a los obreros. Mucho miedo, mucha cobardía y el veterano que se afilia porque además de ser anticomunista tiene conciencia de clase, que se puede.

Y Luis terminó de delegado y allí se vio hablándole a la gente de compañerismo, de ser solidarios y de no cagarse entre ellos, de tener conciencia. Y era como hablarle a las paredes pero cada tanto alguno dudaba y con miedo iba al sindicato y entonces comenzaba a comprender que no le hacían un favor por darle trabajo sino que lo explotaban para hacerse cada día más ricos.

Y aquella tarde Giovanna vino y le dijo que no se imaginaba que era comunista, que debería seguir el camino de nuestro señor Jesucristo y entonces Luis se sintió aliviado porque comprendió que aún dentro de su nefasta ignorancia, de su pobre recuento de neuronas ella y Marcenaro eran tal para cual. Un tiempo después se casaron y Luis los felicitó y les deseó lo mejor.

Así son las cosas y como decía la abuela de Luis: mejor ser ricos y sanos que pobres y enfermos.

FIN

 

 

Los villanos de Star Trek

Los Villanos de Star Trek
Por: Jordan Hoffman

Traducción via Google
Imagenes Agregadas por: Darío Valle

 Cuando el capitán Kirk declaró que «el riesgo es nuestro negocio» en la segunda temporada episodio TOS «Return to Tomorrow» sí, él estaba hablando de los aspectos más nobles del potencial humano. Pero también hablaba de grandes criaturas repugnantes, muchas veces peludos que podrían los órganos internos en la sopa de tomate con la mirada. Los mundos extraños, nuevos de Star Trek tienen algunos de los mejores villanos en la ciencia ficción. Aquí, entonces, son los 10 Villanos de Star Trek
10 – El Pakleds
El Pakleds representan lo peor en muchos de nosotros. No quiero pensar, no quieren trabajar, que sólo quieren «hacer que se vaya.» El Pakleds lento, gordo (que se llama en la adaptación para televisión DUHHHHHS original) may’ve secuestrando a Geordi, cuando el capitán Picard estaba lejos de la…

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