El mundo termina a las cuatro de la tarde (Cuento)

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El mundo termina a las cuatro de la tarde.
Por: Darío Valle Risoto

__ Esto tiene que terminar. __Me dijo con las cejas juntas y la mirada baja mientras revolvía la pequeña taza de café, afuera hacía invierno… adentro también.
No era la primera vez que sentía esa sensación de desprendimiento y que me veía a mi mismo en alguna situación, recordé que fue en el velorio de tía Mabel en que también me vi sentado con los ojos húmedos mirando en el cajón los restos secos de aquella que me había criado desde los cuatro años hasta los últimos días.

Pensé en el presente, además de sentirme desprendido en algunos momentos también suelo pensar en el presente, sobretodo cuando tengo una situación incómoda. Incomodidad debe ser estar sentado sobre un hierro caliente, tal vez masticar clavos o tener hemorroides, no lo sabía precisamente pero de verdad esos momentos con Laura se tornaban sustancialmente incómodos.

Ella había sido mi novia, era una flaca alta, incluso un poco más que yo y por lo tanto solía usar zapatos bajos al salir conmigo, en esta ocasión cuando nos encontramos en el bar debí suponer que algo no andaba bien porque traía botas verdes de tacos altos. También debí sospechar porque la había traído Daniel Ulloa en su asqueroso BMW blanco. Daniel Ulloa es un imbécil, no cualquier imbécil sino uno profesional, diplomado en un largo curso de varios años siendo imbécil las veinticuatro horas del día, tal ves por ello a Laura le gustaba encamarse con este tipo tan atractivo alto, rubio y profesionalmente imbécil.

__ ¿No tenés nada que decirme? __Me preguntó mientras yo vaciaba el último sobre de azúcar en mi café y lo revolvía en el sentido contrario del reloj. Siempre lo hice así para contrariar el orden universal, nunca sirvió de nada.
__ Las cosas nunca estuvieron bien, hace cinco años que estamos más separados que juntos, supongo que siempre fue un final anunciado… que te vaya bien.
__ ¡Sos un hijo de puta! __Creí que me iba a pegar con el paraguas que goteaba a su costado, el bar estaba bastante lleno de gente que se refugiaba de la lluvia, pensé en la vergüenza de ser atizado por esta mujer tan bella como enfurecida.
__ Supongo que esperas que me humille y te diga que sos lo que más quiero en la vida pero en este momento lo que más quiero en la vida es el sándwiche caliente que voy a pedir después que te despidas y retornes a tu pequeña y satisfactoria vida burguesa con amigos como Danielito y esas pelotudas del Sagrado Corazón y tu familia diplomática extranjera.
Ella apoyó la mano izquierda sobre el paraguas y pensé realmente que se venía el golpe pero dejando su café sin tocar se retiró a la calle. Me lo tomé luego del mío y de verdad olvidé pedir el sándwiche porque tuve enormes deseos de volver a casa y acostarme para dormir una semana entera.

Al momento que había dicho “Tenemos que terminar” había mirado mi reloj y eran las cuatro y seis minutos de la tarde, era catorce de Junio y era mil novecientos ochenta y cuatro, lo recuerdo bien. Lo recuerdo bien porque para bien y para mal ese día se me terminó el mundo y tuve que reconstruir sobre los cimientos de aquella relación todas las nuevas que sobrevinieron siempre con la silueta de Laura en mi memoria, su olor, su perfume, su peculiar tono de voz y por sobre todas las cosas aquella extraña forma de querernos que siempre terminaba en una pelea.

Aún cuando me fui a Europa la veía doblar la esquina con las botas verdes que había llevado el día del fin del mundo, cuando veía un BMW blanco pasar cerca creía escuchar su risa junto al rebuzne sonoro de Daniel Ulloa pero todo era incierto y producto de mi memoria tramposa y traicionera.

Ahora escribo esto luego de haber vuelto a Buenos Aires y encontrarme con ella casualmente en un centro comercial, cuando me tocaron el hombro me volví y allí estaba ella de cabello más corto, con veinte años más y la sonrisa de haberse cruzado conmigo.
__ Perdón, usted se confunde. __Le dije antes de seguir caminando, en ese momento volví a tener aquella sensación de desprendimiento.

FIN.