De Torturas a: “Apremios físicos”
Por: Darío Valle Risoto
Hubo una lejana época en que un servidor era aún más ignorante que ahora especialmente en temas muy delicados, afortunadamente contaba con alguna gente alrededor que me ayudaba a desasnarme y por ejemplo ante mi pregunta sobre los “terroristas de E:T.A.” Eduardo me contestó que si bien conocía poco del tema, de lo que si estaba seguro es que no hay peor terrorismo que el del estado. Eso me dejó pensando por el resto de mi vida.
Cierta vez un ignoto político de la derecha uruguaya se refirió a la tortura como: “apremios físicos” y la justificaba ante el pensamiento de que si tenemos un prisionero y lo convidamos con whisky y cigarros posiblemente no nos confiese nada. Esto forma parte indeleble del pensamiento de la derecha gorila de este y de cualquier lugar del planeta donde desgranan eufemismos para nombrar sus despreciables actos contra la dignidad humana y encima de ello los justifican con esa deleznable justificación de los medios por los que creen que van a descubrir presuntos subversivos aun dentro de sus propios pueblos.
Hoy día cuando afortunadamente gracias a las redes es cada vez más difícil ocultar la corrupción estos personajes siguen conviviendo con su falta de moral y conciencia tratando de verse como víctimas de un plan organizado y vengativo que pretende encarcelar a esos pobres “viejitos” que no hicieron más en su momento que luchar por el bien de la patria y las sanas costumbres, instituciones y la puta madre que los pario. Perdón, pero lo tenía que escribir.
Abundan los defensores del terrorismo de estado, descendientes o personajes directos de una época oscura que gracias al plan Cóndor desgranó por todo Latinoamérica un exterminio constante contra todo lo que signifique derechos humanos, democracia y justicia social. Estos tipos se reciclan constantemente, elaboran eufemismos, se hacen ver como innovadores nuevos políticos contra la corrupción de una izquierda que siguen viendo como brazo de un comunismo que ni siquiera comprenden pero que odian porque aun proviniendo de cunas de pobreza detestan a los humildes y no excitan en llamarles (llamarnos): pichis, sucios, indios, delincuentes, subversivos, vengativos, etc.
Cambiaron las picanas, el submarino y el plantón por programas genuflexos en los medios de comunicación masivos, por periódicos de vieja y tradicional estirpe partidaria que siguen defendiendo lo indefendible porque se niegan a aceptar una realidad que los avasalla. Siguen por lo tanto haciendo misas por los militares muertos durante una guerra que nunca existió y de existir fue contra el pueblo persiguiendo parte del botín como auténticos esbirros del imperio del norte: robando, violando, saqueando en nombre de la ley del más fuerte. La razón de la fuerza para ellos impera sobre la fuerza de la razón y no aceptan otra cosa.
No hay apremios cuando los militares hacen cola borrachos y drogados para violar a mujeres atadas, no hay explicación posible y mucho menos justificación de tantas desapariciones y muertes, de personas tiradas vivas y atadas con alambres de aviones en vuelo, de jóvenes muchachos y muchachas asesinados por marchar por el boleto estudiantil o por pertenecer a las juventudes comunistas o socialistas, no la hay, no la hubo ni la habrá.