Doña Florinda se va a Punta Cana

Doña Florinda se va a Punta Cana
Por: Darío Valle Risoto

Podemos discutir con quienes nos explotan tanto en ámbitos sindicales o en nuestras relaciones cotidianas y obviamente será duro confrontar contra los que gracias a la artificial idea de propiedad se sienten con el derecho de explotarnos y encima de ello cuentan con la complicidad de un sistema que protege la posesión material aún por sobre la vida de la mayoría de los ciudadanos.

Así funciona el sistema capitalista y por más que sigamos sosteniendo que está en crisis, nos estamos mintiendo, porque vive y cuenta con buena salud gracias a determinadas cualidades que lo sustentan. Una de ellas es que precisamente quienes defienden este estado de cosas con más furia y una devoción cuasi religiosa son sus propias víctimas.

No es nuevo ni novedoso encontrar al explotado defendiendo los derechos del explotador porque así fue educado toda su vida y no concibe otro sistema y mucho menos cree que deba compartir su confort (si lo tiene) con los que reciben menos de la vida. Por lo tanto encontraremos fácilmente aquel trabajador que se siente aliado de sus patrones en contra del emigrante, del desempleado, del marginado porque piensa que este viene a por su puesto y lejos está de imaginar siquiera que su verdadero enemigo es el sistema que produce estas desigualdades,

No hay mejor victoria para el capitalismo que generar una mentalidad de consumo que a su vez genera una sensación artificial de bienestar que luego se traduce en una mayor esclavitud en las cadenas de servicios y/o producción para seguir adquiriendo estos espejismos de la buena vida.

Pensemos en las siguientes frases.
1: La lucha de clases no existe
2: Cualquiera con esfuerzo y trabajo puede triunfar en la vida
3: Todos tenemos las mismas oportunidades.

Estos tres pensamientos son continuamente instalados en el colectivo por medio de quienes creen en el sistema capitalista y por lo tanto hacen de sus triunfos individuales una suerte de ejemplo de que todos podemos llegar y la vida paga por nuestro esfuerzo, dicho en criollo: Este es un pensamiento de mierda, porque desde la cuna, como si nos pusieran una etiqueta en la frente, estamos supeditados a determinado rol social y escalafón y los casos que se toman para ejemplificar estas barbaridades son solamente excepciones a la regla.

El cuento de que desde abajo se hizo millonario es la mejor estratagema para esconder a un ladrón, un explotador o un estafador, a veces los tres en uno. Toda riqueza en este mundo es ilícita y siempre se edifica sobre un sinnúmero de injusticias y explotación de nuestros semejantes y se sostiene porque los esclavos defienden con uñas y dientes los derechos del amo.

Todos conocemos casos de gente que como dicen en mi barrio: No tiene donde caerse muerta y que sin embargo defienden a los de arriba con actitudes miserables como la de odiar a los que tienen menos que ellos pero sueñan en ser algún día como por acto de milagro del cielo un amo más, un rico, un pudiente… ser alguien en la vida y tener servidumbre, empleados, cosas, autos, poder.

Doña Florinda vive en la vecindad, es tan pobre como todos pero es prolija, se baña más seguido, intenta ser educada y siempre mira desde arriba a sus vecinos. Doña Florinda carece de conciencia de clase y con gran esfuerzo manda a sus hijos al colegio católico pago, sueña en casar a la nena con alguien “de apellido ilustre” y así salir de pobre para pasar en auto y mirar con asco a sus colegas. Doña Florinda vota a la derecha porque odia a los comunistas aunque no sabe que es el comunismo y no quiere que la izquierda en el gobierno alimente atorrantes y mendigos con la plata de los que trabajan honestamente.

Doña Florinda sabe que hubo guerrilleros que mataron y asesinaron, que robaron para repartirse la plata. Eso le dijeron y con eso se queda, no entiende que mataron a integrantes de escuadrones de la muerte bancados por el gobierno de derechas y que estos torturaban, desaparecían gente y perseguían bajo la tutela del estado. Que les robaron un toco de dinero a poderosos ladrones y este lo usaron para financiarse pero también repartieron alimentos en los cantegriles * y ayudaron a familias de desaparecidos. Doña Florinda no entiende nada de esto porque no le interesa la política, los medios constantemente le enseñan que todos los políticos son iguales.

Doña Florinda escucha a imbéciles que se hacen los cómicos por la radio y ridiculizan al único presidente de su país que fue como los de su vecindad: un hombre común y corriente que soñaba con al menos repartir mejor tanta injusticia. Doña Florinda se ríe a carcajadas cuando el locutor se mofa de los cuida coches, de los mendigos y ridiculiza al aire a la señora mayor que llama para contar algo. Doña Florinda escucha que hay inseguridad y cree que los peores delincuentes son como los de su barrio, no entiende que la mayor parte del sueldo de su marido es para pagar una deuda eterna generada por la dictadura de su país para mantener en su sitio a industriales, empresarios, religiosos y sus altos mandos.

Doña Florinda dice que los sindicatos están llenos de acomodados que se la llevan toda pero su marido tiene un sueldo más o menos digno, descansos semanales, aguinaldos y licencias gracias a la lucha de los obreros organizados y no por la voluntad de sus empleadores los que si fuera por ellos solo le pagarían un sueldo mínimo sin aportes ni seguro de salud… ¿Qué se piensan estos comunistas?

Doña Florinda es de derechas, Doña Florinda vota a los partidos tradicionales que defienden la propiedad, la familia y la patria. La Doña sueña con ir este año a Punta Cana y pasarse unos días como dios manda. Pero lo que más disfrutará será presumir cuando regrese de sus vacaciones mostrando fotos y vídeos con su celular última generación allí en la vecindad a esa gente pobre y vulgar de la que reniega y sin embargo son sus únicos amigos.

Fin

* Cantegril: Nombre dado en el Uruguay a lo que hoy se les llama asentamientos o villas miseria en la Argentina, chabolas en España, etc.