Aquellas Navidades

 

Aquellas Navidades
Por: Darío Valle Risoto

Era chico, con menos de diez años e íbamos casi siempre en las fiestas a la casa de alguno de los tíos  de mi madre que tenían por costumbre reunirse siempre en la de uno diferente. Recuerdo principalmente una navidad en la casa del tío Guzmán en Sayago y otra en la de su tía Juana en Barros Blancos a poco de salir de Montevideo digamos hacia el Este.
 
Se colocaban caballetes con tablas formando largas mesas donde todos los hermanos, menos el tío Juan que siempre fue un ermitaño y merece una historia aparte. Allí creo que había al menos unas cuarenta o cincuenta personas.
 
Mi padre siempre llevaba o un cordero o un lechón además de una bolsa de frutas y verduras, al trabajar en el Mercado tenía la mayoría de las cosas gratis o muy baratas lo que lo transformaba en un pariente más que querido en esas reuniones además de que siempre fue una persona de buena conversación y muy amable.
 
Lo mas curioso es que fue en Sayago donde escuché por primera vez mencionar a Papá Noel y como mis primos eran más grandes que yo se burlaron de mi diciendo que había entrado y estaba colocando los regalos mientras miraban por una ventanilla en la puerta a la que yo no podía alcanzar. Medio tacaño me dejó un cowboy a caballo, conservo en alguna parte al equino pero no al jinete.
 
Poco se hablaba de toda esa mitología de Jesús, eran gente de campo pero bastante poco cristianos a excepción de la tía Mirtha esposa de uno de sus hermanos que era de los Testigos de Jehová, su marido no y sabía permanecer muy callada aunque dijeran sus acostumbrados chistes subidos de tono, además es sabido que los “Testigos” no están de acuerdo con la navidad ya que sostienen que el hijo de su dios nació en otras fechas.
 
En mi hogar muy humilde a veces lo pasábamos mis padres y yo solos, se armaba el único arbolito que hubo en mi casa pero nunca hubo tradición de dejar regalos, solo en reyes se hacía y solamente a mí. Eso si, mi madre tiraba una chapa sobre el patio y hacía tremendos asados a las brazas además de que sobraba comida como para un batallón. Mi padre siempre llevaba frutas abrillantadas que solo a él le gustaban y algún pan dulce que yo comía quitándoles esas asquerosas frutas petrificadas.
 
Fue con los años que más o menos comencé poco a poco a comprender el porque en algunos hogares tenían pesebres y la mitología cristiana llegó a interesarme hasta que crecí lo suficiente como para comprender que tenía la misma posibilidad de ser una historia real que Star Wars así que dejé de estudiar la Biblia cansado de historias donde un dios inseguro persistentemente pretende ser adorado y envía a su hijo que también es él a morir para darnos un ejemplo de su inconmensurable e ignoto sentido del amor.
 
En 1994 mi madre ya tenía cáncer y la iba llevando además de sufrir el Mal de Parkinson, por diciembre me preguntó si íbamos a armar el árbol de navidad y le dije que a mi no me interesaba para nada pero si a ella sí lo armaba. Al volver del trabajo cierto día con sus enormes dificultades para hacer trabajos manuales lo había armado. En diciembre de 1995 convenimos en no armarlo, ya se había dado cuenta como en muchas cosas de que era un adorno de verdad al pedo. Venía muy mal de salud y falleció el 30 de diciembre de ese año, curiosamente empeoró justo a partir del 24. Por supuesto esto no tiene absolutamente nada que ver con que no hayamos armado el susodicho adminículo con bolas de colores y nieve artificial.
Desde ese día dejé todo lo que tiene que ver con esas tradiciones pero cada uno la va llevando como le parece, cierto día uno de los hijos de un amigo me preguntó. __ ¿Tío, porque no tenés arbolito de navidad?
Le contesté que era porque en casa no hay niños.
 
La última navidad entre familia la pasé en la casa de La Unión de mi primo Sergio con todos sus hermanos, cuñados, sobrinos, etc., creo que éramos como cuarenta personas, lo pasé bárbaro jugando al family con los chiquilines mientras los grandes jugaban al truco. Creo que fue la navidad de 1996 y de verdad era muy bueno estar entre un montón de familiares donde se pasaba bien y no había ninguna discusión ni que bancar a nadie demasiado borracho, fue la última navidad en sociedad de mi vida.

6 comentarios en “Aquellas Navidades

  1. Yo tampoco soy muy amigo de la navidad , en lo particular no tendría mucho problema , el asunto es que mis parientes son del tipo «fanático navideño » y ahí si me molesta que me lo quieran empujar hasta por la garganta .

    elio cesar

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  2. yo nunca fui lo suficientemente feliz como para emocionarme con la navidad y aunque la considero un pretexto para hacer a la gente menos infeliz,me agrada ver que a otras personas en especial a los niños les motive,sobre creencias y festividades solo puedo decir que me causan gracia los religiosos y los ateos,los imagino a todos juntos como miembros de una tribu muy remota,cae un avion con medicinas y armas del cielo,los religiosos no perderían la oportunidad de adorar al aparato solo por ser algo excepcional,mientras que los ateos tomarían una roca y lo destrozarian solo por considerar absurdo que los objetos vuelen…en mi opinion personal,dios o los dioses son solo tecnología suprema cuya bitacora ha sido confundida y tergiversada por el tiempo,la ignorancia y las limitaciones circunstanciales del razonamiento humano,considero apresurado y en cierta manera petulante desdeñar esa huella palpable que dejaron en la historia,estoy seguro de que el tiempo e incluso la ciencia misma harán caer las cortinas que cubren todo ese enigmático escenario,y la sorpresa será para todos sin excepción.

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