No es fácil creer en NADA

No es fácil creer en nada
Por: Darío Valle Risoto
Con los años a diferencia de la mayoría de la gente (Presumo esto), me vuelvo cada vez más escéptico y me resulta doblemente ofensivo toparme tan seguido con personas que manifiestan una credulidad más propia de niños ingenuos que de adultos maduros.
Pero debo reconocer que no es necesario tener pruebas de todo aquello en que creemos pero sería interesante que la gente analice a donde dirige sus sentidos en pos de explicarse esto de la vida y su circunstancia. Debo reconocer igualmente que hasta hace algunos años y prácticamente desde la cuna he sido un gran interesado en las cosas espirituales, las ciencias ocultas y todos los misterios del hombre pero he crecido y comprobado tantas veces que son todas falacias que se me agotaron las ganas de creer en los digamos: “trascendental” que de forma casi rayana con el budismo me transformé en una persona práctica.
Y si bien no todos deberían buscar pruebas al menos le pido a mis interlocutores que manifiesten una duda terapéutica sobre esos temas de lo que me hablan como verdaderos eruditos. Astrología, angelología, platillos voladores, fantasmas, brujas y demonios, estudio de las pirámides, la energía de las velas llamada “Velomancia” y toda a caterva posible de amansa locos que se nos puedan ocurrir aparecen entonces y abren un abanico de tonterías para mantener a  la gente entretenida y en el peor de los casos donar sus dinerillos. Dentro de todas estas porquerías las religiones son las verdaderas diosas si se me permite la comparación.
Cuando yo era chico era mucho más asmático que ahora, al punto que en un hogar pobre y muy mal atendido en un ambiente húmedo y sin la medicación que existe hoy día realmente pasé horas de mucho sufrimiento al punto de que muchas veces quería morirme, es de verdad que lo sentía. Y mi madre que era demasiado inteligente para su poca formación escolar tenía como mucha gente sencilla del campo esa cosa de ir a las curanderas y yo pierdo la cuenta si me pongo a pensar en cuantos sitios de Montevideo recorrimos visitando “Brujas” al decir de mi padre y por supuesto que ninguna sirvió para más que estafarle a mi madre desde unos pesos a una libra de oro que mi viejo guardaba desde hacía años. Seguí asmático toda mi vida a pesar de dios, las brujas y los rituales esotéricos que hasta me hicieron llevar una “reliquia” durante mi niñez que cierta vez abrí y tenía adentro las patas de una paloma. ¿Qué tal?
Mi padre era mucho más práctico porque todo lo explicaba con la frase: No existe nada e incluso cuando yo de niño lo interrogaba sobre la muerte me decía lo mismo: te dormís para siempre, no soñas, no hay nada.
Y recuerdo que hubo un ciclo que daba un pastor evangélico en una enorme carpa donde día por día conversaba con la gente sobre el aura, la vida después de la muerte, la vida extraterrestre, etc., al que fuimos casi a diario con mis primas hasta que al final nos invitaron a estudiar la Biblia, libro que he leído de vez en vez pero nunca me pareció ni siquiera aproximado a ser bueno, he preferido cosas más creíbles como Asimov, Bradbury o Lovecraft.

Mi derrotero esotérico recorrió más de treinta años de lecturas de infinitas obras, algunas las conservo aún y me hizo un interesante dialéctico en estos temas que podría dar conferencias frente a enormes auditorios sobre cualquiera de estas cosas y así forrarse de buen dinero y fama pero carezco del gen del jodedor y no sirvo para burlarme de la ingenuidad de la gente.

Esto es tan fuerte que en cierta ocasión una niña muy chica que tenía a su padre muerto me dijo que su padre: “Estaba en el cielo” y me vi forzado a decirle que no, que estaba en su corazón, fue la mejor mentira que se me ocurrió frente a la absurda mitología cristiana sobre los muertos que los padres con la mejor de las intenciones meten a los niños desde la cuna.
Acaso como los niños la gente grande necesite fantasías para sobrellevar lo aterrador de esta vida cortísima donde no hay explicaciones ni evidencias y de verdad creo que ni siquiera tenemos mayor necesidad de descubrir nuestra misión sobre la tierra que no es diferente a la de un insecto o una bacteria.
Todo lo demás son puros adornos para irla llevando, al fin que de algo hay que hablar y los sueños, sueños son pero por favor tratemos de ser menos crédulos en cualquier bobada y aprovechemos al que tenemos al lado para conocernos y pasarla bien: nada más tiene sentido.
Después la seguimos, espero sus comentarios.
Gracias.