Un sábado de cine
Por: Darío Valle Risoto
Creo que cuando se tiene cierta edad uno tiene un manejo de la nostalgia que hace que pueda ver ciertas películas como con doble visión y no es que se ponga visco, me refiero a poder admirarla con aquella memoria de los viejos cines Montevideanos con toda esa conjunción de mitología antigua y sus particular estilo para nuclear a los ciudadanos en una sala oscura para viajar en el tiempo y el espacio.
Tengo siempre en la cabeza la idea de que por lo menos en esta y en todas las ciudades debería haber al menos un cine como los viejos con sus butacas incómodas y el olor a orines incluidos. Cines que no dieran películas más allá de la década del ochenta con caramelero incluido y el molesto tipo de la linterna metiendo gente fuera de hora.
Pero no, entonces uno que tiene la maravillosa libertad de vivir solo (A Wendy no le interesa el cine) y tener un sábado libre puede decidir darse una panzada de clásicos porque últimamente estoy viendo tanto animé que ya comencé a soñar en japonés y realmente no hay buenas ofertas en el cine nuevo que ameriten unas cinco horas fumando mi pipa en la reposera como espectador.
Y puse: Jasón y los Argonautas, película del año sesenta y tres que vi con unos diez u once años por primera vez y realmente quedé tan maravillado que al verla de nuevo automáticamente viajo a aquel cine Intermezzo y me siento a mi lado para sonreír de nuevo. Ray Harryhausen aplicaba la técnica stop motion para darle vida a todo tipo de criaturas y una brillante estratagema para mezclar imágenes pequeñas con las reales generaba efectos increíbles y hoy día aún fabulosos.
A eso de las doce de la noche tenía ganas de más y volví a ver: Flash Gordon, a esta la fui a ver al cine Plaza con unos dieciocho o diecinueve años, curiosamente en ese momento no me gustó demasiado pero no tenía el exquisito nivel intelectual de viejo nostálgico pedorro que tengo ahora. Fue un fracaso comercial pero como suele suceder con los años es una especie de película de culto Freak al punto que la homenajean en esa del oso de peluche degeneradito.
Flash Gordon es una excelente recreación del comic de Alex Raymond al punto que tanto escenarios como personajes y vestuarios parecen recortados de las viñetas que salían en El Diario de la noche Uruguayo con el extraño nombre de: “Roldán el temerario”.
Solo me hubiera faltado pedir una pizza pero últimamente le estoy dando tan duro a estas que creo que será mejor tratar de volver a comer esas cosas sanas llamadas… ¿Cómo era?…a si: Vegetales (¡Puaj!)
Flash Gordon hoy un clásico friki
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Muy buena página, me trae muchos recuerdos de mi niñez ochentosa, todo ese cine peplum perdido, junto al estilo flash gordon son inolvidables.
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Gracias Alejandro, algunos divagues por suerte generan comentarios tan amables como los tuyos, un abrazo.
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